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Seguramente has escuchado la frase “El primer cliente es el empleado” y al igual  que  muchos negocios te asegures de realizar entrenamientos, capacitaciones o cursos personalizados para tus empleados, sin embargo; no siempre se obtienen los resultados esperados y la razón parece simple pero en realidad es bastante compleja. 

El vendedor no se identifica con tu comprador

Es más común encontrar vendedores ajenos a los productos que promocionan que siendo usuarios y recomendándolos, y es que no nos engañemos muchas veces el personal que hemos decidido contratar no tiene el interés o capacidad económica para ser nuestro cliente y éste pequeño detalle puede hacer la diferencia.

Así que si se trata de capacitar a tu equipo te recomiendo empezar por ser lo más transparente posible al hablar del costo que te representa tener un negocio, un equipo de gente trabajando en él y todos aquellos aspectos que consideres relevantes mencionar para sensibilizar no al empleado sino al ser humano que trabaja para ti. 

Esta parte es la más sencilla porque es una realidad tangible para todos pero al momento de hablar de precio la situación se complica.

¿Caro o barato? 

Parecen ser los adjetivos más usados para identificar un producto y si es barato pareciera de mala calidad o imposible de adquirir si es muy caro, un juego que nunca termina ¿verdad?  Te invito a preguntarte ¿cómo describes tú tu producto? Te sorprenderá saber que miles de profesionales se sienten inseguros al momento de asignar un precio a su servicio a pesar de ser muy buenos en lo que hacen y es que constantemente tienen en mente la pregunta ¿caro o barato? ahora realiza la misma pregunta a tus vendedores, si en su respuesta usaron algo como; 

es caro pero de muy buena calidad,

es más caro que …  pero vale la pena,

yo no lo podría comprar pero está muy bonito, te urge cambiarles el chip, convertirlos en tus consumidores más felices y que empiecen a recomendar correctamente tu producto. Aunque tampoco es fácil porque no se trata de repartir souvenirs se tratar de creérsela. Para que un promotor pueda describir un producto y cerrar una venta necesita conocer a la perfección lo que vende, no hay nada que enfríe más un proceso de compra que a un posible comprador preguntando las características del producto y el representante de ventas leyendo la caja o el instructivo.

¿Te ha sucedido que adquieres un producto “caro” y el vendedor tiene miedo de abrir la caja para mostrarte el contenido, o peor aún tiene cara de terror al no saber cómo explicarte su funcionamiento?  Es para evitar stos errores que se recomiendan las capacitaciones y entrenamientos sobre lo que vendes pero ¿que sucede si se trata de asignar un valor a tu producto o servicio?

El valor lo definimos como aquellas percepciones que el cliente tiene sobre nuestro producto (no deben ser falsas) y por las que está dispuesto a pagar más de lo que imaginas.  En esta etapa la experiencia de compra será tu mejor aliado o enemigo.

Ahora que conoces la importancia de compartir el costo, precio y valor de tus productos o servicios con tu equipo de trabajo evalúa que tanto saben de tu negocio, idea un plan para involucrarlos activamente con los productos y escucha sus opiniones, mientras más identificados se sientan con lo que promueven o aspiren tenerlo mejores vendedores serán. 

Si tus consumidores no se sienten identificados con tu producto o servicio, con la filosofía de tu empresa o contigo como vendedor se irán en búsqueda de alguien más afín a ellos, a su estilo de vida o aspiraciones.

Es posible que tengas el mejor producto, dominio absoluto sobre la materia o un precio competitivo y aún así no logres vender todo lo que quieres y es que hoy en día vender se traduce en inspirar. 

¿Qué le estás vendiendo a tus clientes? Un auto, departamento, cosméticos, educación, seguridad, salud, cuidados, entretenimiento; en fin, no será suficiente lo que vendes si no logras relacionarlo con algo intangible que tus consumidores desean obtener a través de la adquisición de tu producto o servicio, veamos algunos ejemplos;

Imagina que vas a adquirir un auto nuevo e inicias tu proceso de compra (como el 48% de los consumidores) desde tu navegador, con la ayuda de nuestro buen amigo Google y exploras las marcas, los rendimientos, etc; ¿qué te hace inclinarte más por una marca que por otra, podrías mencionar un adjetivo con el que cualquiera pudiera relacionar la marca o incluso un slogan? Si logras hacerlo, puedo decirte que esa marca ha penetrado en ti más allá de tu necesidad (adquirir un medio de transporte) ha logrado que te visualices o no usando su vehículo en determinada situación (por lo general ficticia) y ¡consiguió impactarte!

¿Te identificaste con un auto deportivo o familiar, le diste prioridad a la seguridad o a la línea de diseño, te limitaste con el presupuesto o fuiste por todo? Cada una de tus respuestas conduce a un punto más cercano o lejano de una marca y lo mismo sucede con tus clientes potenciales. 

Si tu público no se identifica con el mensaje que transmites, te dejará en visto aún cuando tu producto pueda serle útil. 

El mejor ejemplo que se me ocurre en éste momento es el agua embotellada, todos necesitamos beber agua para vivir pero no consumimos cualquiera, es posible que muchos hablen de las cantidades de sodio, el manantial del que fue extraída, el proceso de embotellamiento, el reciclaje y mucho más; pero al final, todo se resume a el estereotipo y entorno del consumidor al que la marca hace referencia en sus anuncios y es al que sus posibles clientes pertenecen o desean pertenecer ¿Tiene sentido?

No pretendas que tu negocio le venga bien a todos, es posible que tú mismo prefieras tratar con clientes con características muy bien definidas y esta bien, pero no te olvides dar el mensaje correcto, crear una ilusión e inspirar.

Comenzando con la base de que hoy en día la mayoría de las personas compramos teniendo muchísimas opciones para elegir, las empresas han tenido que crear y mejorar para los clientes experiencias de compra, reconociendo en primer instancia que detrás de un producto o servicio hay una ilusión oculta que resulta ser en gran medida la motivación final del consumidor.

La experiencia de compra se relaciona mucho con percepciones y sentimientos, un buen vendedor debe saberlo e ir acompañando al cliente en su proceso de adquisición. Ten en cuenta que los seres humanos somos complejos y no nos gusta que nos vendan, pero nos encanta comprar.

El proceso de compra es lo que las personas recuerdan más sobre una marca

Exploremos algunos consejos que puedes poner en práctica para impulsar tus estrategias por mejorar la experiencia del cliente

01 Responde a los comentarios de los clientes: Una marca exitosa escucha a sus clientes y si es necesario ajusta la estrategia para satisfacer sus necesidades y preferencias. Revisa que tus operaciones o campañas publicitarias se encuentren centradas en la experiencia de los consumidores, será de gran ayuda para ser identificada como una marca que a la que le importan sus clientes. 

02 Sitúa a tus clientes en el centro de tu estrategia:Ofrece experiencias que no sean sólo relevantes y atractivas, sino también que agreguen VALOR, esto provocará que tus consumidores te perciban con una imagen positiva y deseen ser relacionados contigo.

03 Hazte visible para tu público meta: Cualquier experiencia de compra será en vano -incluso aquellas perfectamente diseñadas- si no llega al público objetivo ¡No olvides considerar las tendencias en el comportamiento del cliente, tanto online como offline!

04 Concéntrate en crear experiencias fluidas: Con el recorrido o proceso de compra cada vez más fragmentado, es importante GARANTIZAR que todos los puntos de CONTACTO con el cliente estén optimizados y unidos. Por ejemplo, un consumidor que utiliza un botón “comprar ahora” en una publicación de Instagram, debe poder acceder a la tienda de comercio electrónico y localizar fácilmente el artículo que elija.

El marketing de experiencias coloca en el centro al cliente convirtiendo las interacciones que éste realice con la marca en el punto más relevante del proceso de compra o uso del producto; veamos algunas formas de aplicar éste concepto.

Experiencia de consumo: Incentivos que involucran factores como ambiente, decoración, diseño del producto, aspiraciones, estilo de vida del público objetivo, atención al cliente, etc. 

Experiencia de compra: Estos son estímulos que se brindan al cerrar una venta, tales como; descuentos inesperados al momento de pagar, regalos sorpresa, recompensas  de liquidación, por pago en efectivo, tarjeta de crédito, etc.

Experiencia de uso: Gratificaciones que ofrecemos al utilizar nuestro producto o servicio.

La experiencia de compra, no es algo sencillo de medir, sin embargo; si el cliente experimenta situaciones difíciles o complejas al momento realizar la comprar disfrutar de un servicio, ten por seguro que lo notarás de inmediato en la disminución de tus ventas. 

Recordemos que una buena recomendación se difunde uno a uno; una mala experiencia se comparte con 10